Recientemente, hemos sido conocedores de la inesperada salida del Fútbol Club Barcelona del considerado (en la mayoría de los casos) el mejor jugador del mundo, Lionel Messi. Esto no ha dejado indiferente ni a los hinchas del Barça, ni a los fans de otros equipos, y tampoco a los profesionales de recursos humanos.
UN EJEMPLO REAL DE DESVINCULACIÓN LABORAL
¿Por qué nos hemos sumado también los del área de recursos humanos a comentar esta polémica noticia? Pues porque es un ejemplo muy realista del caso en el que un trabajador decide marcharse de su empresa tras un largo período de más de 15 años, de una manera peculiar e inesperada (el famoso envío del burofax en el que manifiesta su intención de desvincularse laboralmente del “azulgrana”).
Lejos de pisar el terreno jurídico y comentar la validez de su dimisión, así como de juzgar al jugador y las causas que le han llevado a la toma de esta decisión, mi intención es reflexionar acerca del modo en que un trabajador decide abandonar la empresa para la que presta sus servicios.
Cuando esto sucede, existen múltiples razones que subyacen a la renuncia. Rara vez es una sola. Pero no todas ellas han de ser negativas o catastróficas (como una mala relación con los superiores, un clima laboral caracterizado por el eterno conflicto o situaciones delicadas que lleven a la persona a un extremo emocional), pues también un empleado puede verse motivado a cambiar de organización en búsqueda de nuevas oportunidades laborales, o puede dimitir para afrontar nuevos retos personales, o simplemente las circunstancias personales de su vida privada así se lo imponen o se lo permiten.
Naturalmente, según sea la que motive la marcha del empleado, encontraremos distintos estilos de hacerlo. Y esto es importante, porque el modo de realizarlo, al final, se sumará al conjunto de elementos que conforman y definen nuestra marca personal e imagen profesional en adelante.
En definitiva, sea la razón que sea, creo que siempre hay que saber despedirse con elegancia, delicadeza y profesionalidad. Así pues, acciones como informar con la suficiente (y debida) antelación, avisarlo formalmente y previamente a tus superiores (porque seguramente ya lo habrás comentado con tus compañeros), agradecer el progreso y los buenos momentos vividos, sincerarte con los motivos de tu dimisión (quizá esto pueda ayudar a la empresa en el futuro, traducirse en una contraoferta o mejora de tus condiciones actuales, o cualquier otra alternativa merecedora de valorar), despedirte de la plantilla (jovial o amablemente, según lo sientas), cumplir con las obligaciones pendientes y no desatender otros deberes en favor de tu equipo de trabajo, proyecto y empresa (Messi no lo hizo al no comparecer a las pruebas sanitarias PCR convocadas), son reveladoras de nuestra honestidad, generosidad, humildad, integridad y humanidad como trabajadores y personas.
Esta última faceta es una gran parte de la huella que vamos a dejar en la empresa y que recordarán nuestros compañeros a partir de nuestra salida. De hecho, es de lo que hablarán cuando hayan de dar referencias, recomendaciones o presentarnos ante otras personas, sobre todo en el ámbito laboral. Sin embargo, los aspectos negativos también son bastante recordados y comentados en el mundo profesional. A veces, la última jugada que hacemos es la que nos define como tales. El anuncio de Messi de su desvinculación laboral con el club hecho a través de un burofax, ha resultado frío y desconcertante en el mundo deportivo. Incluso se habla de prepotencia y cobardía por el modo en el que lo ha llevado a cabo.
¿Es esta la imagen con la que queremos que nos recuerden? ¿Qué ocurrirá en el proceso de selección en el que estoy participando si llaman a mi anterior compañía? Tampoco sabemos si en un futuro nos reencontraremos con estas personas, que han sido miembros de tu “familia laboral” durante X años, y con las que, quizá, tengamos que trabajar de nuevo.
EFECTOS SOBRE TU MARCA PERSONAL
Lo que está claro es que, al final, nuestro “modus operandi” de comunicar una dimisión y de marchar de la empresa influye positivamente o perjudica nuestra marca personal. Las formas sí importan y, a pesar de que en ocasiones solo querramos decir adiós y dar el portazo, tenemos que esforzarnos en mostrar cordialidad y agradecimiento por las aportaciones que nos haya dado, entendiendo, por supuesto, que existen situaciones dispares e intensas en las que es complejo actuar tal y como recomiendo.
Sería interesante abordar este aspecto desde el área de recursos humanos, de manera que si llegan a nuestros oídos intenciones de salida de empresa por parte de algún trabajador, podamos transmitirle confianza y seguridad para que lo haga de alguna forma concreta, asistiéndole en lo necesario para tramitar su marcha, realizando entrevistas de salida para indagar en sus principales motivaciones y plantear una posible renegociación contractual, o preparando algún evento o fiesta en el descanso si así lo desea, por ejemplo.
Si estás pensado en renunciar a tu puesto de trabajo y empresa.. ¡no te recomiendo marcarte un golazo como el de Messi!
FUENTES VISITADAS: «El Economista» ; «Marca» (foto portada)
Sandra Prieto Gómez
Consultora de Selección y Talento en Brandty