Como dice aquella canción: “Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor…”.
En nuestra vida profesional, sería ideal que se dieran también estos tres elementos: amor (compañerismo), dinero (generarlo y recibirlo) y salud (trabajar bajo condiciones de salubridad).
Centrando este post en el pilar “salud”, ahora que convivimos en la sociedad con un conocido virus, somos conscientes de la fortuna de gozar de un buen estado de salud, de recibir una adecuada atención sanitaria y de calidad cuando la enfermedad nos visita, y del valor de mantenernos física y psíquicamente.
Da la sensación de que cuando desempeñamos las funciones de nuestro puesto de trabajo, olvidamos preguntar a nuestro cuerpo y mente cómo están, ya sea por miedo a pedir a nuestro equipo o supervisores la mañana libre para asistir al médico (¡no quiero que piensen que me estoy escaqueando de mis tareas!), o porque el ambiente laboral de presión y urgencia del proyecto en el que estamos ilusionadamente inmersos nos absorbe y nos impide escuchar a nuestro cuerpo. Incluso, a veces, somos capaces de aceptar horas de más porque necesitamos o queremos incrementar nuestro bolsillo, mientras que estamos perdiendo en salud (agotamiento, estrés, sobreesfuerzos físicos…). Quiero decir, en la mayoría de las veces priorizamos factores como el dinero y el tiempo productivo de trabajo en detrimento de nuestra salud, sea consciente o inconscientemente.
Dicho esto, lo que está claro es la tendencia creciente de las personas por atraer el bienestar a su vida y entorno de trabajo, aún por encima del salario. Así, por ejemplo, una encuesta llevada a cabo por la empresa Cobee indica que el “73% de los empleados encuestados reflejan que estarían dispuestos a bajarse el salario siempre que sus empresas incluyan un plan de salud en sus beneficios”. Si bien esta cifra no es extrapolable al resto de la población, es significativa y nos proporciona una pista sobre las preferencias de las personas en la manera en la que están siendo retribuidas en sus empleos: estarían dispuestas a rebajar su salario monetario si se compensa con salario en especie y con beneficios relacionados con su salud.
Según la OIT y la OMS, la salud ocupacional es «la promoción y mantenimiento del mayor grado de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las ocupaciones mediante la prevención de las desviaciones de la salud, control de riesgos y la adaptación del trabajo a la gente, y la gente a sus puestos de trabajo». Partiendo de esta definición, hay que destacar que las empresas que proponen enfocarse en el bienestar de sus empleados no se ciñen al estricto cumplimiento de la legalidad (prevención de riesgos laborales), sino que van más allá y apuestan por cuidarles y protegerles en la medida de sus posibilidades.
¿CÓMO COMENZAR CON NUESTRA PROPUESTA DE VALOR CENTRADA EN LA SALUD DE NUESTRO EQUIPO?
Conditio sine qua non para ello es fomentar una cultura corporativa saludable. Quizá este sea el paso más difícil de dar puesto que implica una transformación de nuestra cultura corporativa hacia nuevos valores (salud, sostenibilidad) y el compromiso de todos sus miembros. Es importante escuchar previamente a nuestra plantilla para responder eficazmente a sus necesidades. ¿Demandan más cuidados? ¿Se preocupan por su salud? ¿Promueven acciones saludables? ¿En qué actividades o servicios podrían estar más interesados?
Si nuestra política retributiva contempla un plan de compensación flexible en el que ofrecemos, por ejemplo, acciones de la empresa o planes de pensiones, y precisamente estas aportaciones no generan interés y beneficio alguno a nuestros colaboradores, habría que revisar dicho plan y confeccionar uno nuevo que abarque sus peticiones y solicitudes relacionadas con su salud, según las posibilidades de la empresa.
Apoyándote en consultoras de recursos humanos y otras especializadas en la materia, puedes definir el Plan de Salud que desees para tu plantilla. A modo de idea, este plan podría contener, en cuanto a retribución flexible, cuotas de gimnasio, descuentos en restaurantes “saludables”, seguros médicos y dentales, o tickets de transporte de oficina a casa y vuelta. Por otro lado, podría contemplar beneficios impulsados por el departamento de recursos humanos, como son la creación de equipos deportivos y celebración de torneos, el ofrecimiento de almuerzos “ecológicos y “realfooders” en oficina, el contar con un servicio puntual de profesionales como psicólogos o fisioterapeutas para cuando un trabajador así lo necesite y requiera o, simplemente, financiar los test y pruebas de detección de coronavirus.
VENTAJAS PARA LA EMPRESA
Las efectos de estas políticas saludables son increíblemente buenos para nuestra compañía:
– Mejora los niveles de productividad de la empresa; contamos con empleados más comprometidos, cuidados, motivados, fidelizados y seguros.
– Potenciamos nuestra imagen corporativa y trabajamos nuestro “employer branding”.
– De paso, reducimos los índices de siniestralidad, absentismo y rotación.
Para finalizar, contribuimos favorablemente con el medio ambiente al ser una organización más sostenible.
¡Sé una empresa saludable!
Sandra Prieto
Consultora de Selección y Talento en Brandty