El verano llega y con él, un ritmo distinto en las empresas: turnos de vacaciones, bandejas de entrada con menos urgencias, reuniones pospuestas, incorporaciones ya en septiembre… Todo parece calmarse, ¡al menos en apariencia! Resulta que, mientras las oficinas se vacían y los grupos de WhatsApp cambian informes por fotos de playas, hay algo que sigue muy activo, el pensamiento. Especialmente, el de quienes están valorando si quieren volver en septiembre al mismo sitio, con las mismas condiciones y los mismos silencios que les hicieron dudar hace meses.
En los procesos de selección que acompañamos desde Brandty, lo vemos cada año: julio y agosto son meses en los que muchas personas, sobre todo perfiles técnicos y cualificados, se dan permiso para pensar. Reflexionan sobre lo que les hace falta, lo que no están encontrando y lo que ya no les encaja. Y aunque la decisión no siempre se materializa de inmediato, el momento de ruptura empieza muchas veces en verano.
Por esta razón, en lugar de bajar la guardia, el verano es una etapa estratégica para quienes de verdad quieren fidelizar a su equipo. No hace falta desplegar grandes campañas ni forzar la maquinaria cultural, pues basta con estar, con cuidar, con tener presencia emocional, aunque el equipo esté en la montaña o en la playa. A veces, un simple mensaje personalizado antes de las vacaciones puede marcar la diferencia. No es solo un «buen verano», sino un “sigo contando contigo”.
Además, es el momento perfecto para demostrar coherencia con los valores que muchas empresas defienden en sus discursos. Si hablamos de conciliación y respeto, entonces no interrumpamos vacaciones con urgencias que pueden esperar. Si apostamos por una cultura de confianza, dejemos que el descanso sea real. Estos gestos, pequeños pero poderosos, se graban en la memoria y construyen vínculos, incluso en la distancia.
Lo mismo ocurre con el reconocimiento. ¿Por qué esperar a septiembre para poner en valor los logros del equipo? ¿Por qué no aprovechar este final de semestre para agradecer, celebrar lo conseguido, dar visibilidad a lo que funciona? El verano puede ser también una oportunidad para mirar hacia dentro, revisar cómo están las personas, cómo se sienten, qué ideas tienen. Incluso con poco tiempo, podemos lanzar preguntas que abran conversaciones, sin necesidad de grandes encuestas o planes.
Y si hablamos de fidelización, anticipar el regreso también es clave. Las mejores empresas no esperan al primer lunes de septiembre para motivar a sus equipos. Lo hacen desde antes, generando ilusión, compartiendo hacia dónde vamos e invitando a construir lo que vendrá, no como una imposición, sino como una oportunidad compartida.
Al final, fidelizar no es retener a nadie a la fuerza. Es generar las condiciones para que las personas quieran quedarse. Y eso también se hace en verano. Cuando todo parece detenerse, algunas empresas, las que de verdad cuidan, siguen presentes. Y ese cuidado, aunque no se vea, se nota.







